– Resumen:
Puede aceptarse que, en algunos casos, el prejuicio y la discriminación asociada con frecuencia son vividos por el paciente obeso como condicionantes externos, de los que puede no sentirse responsable y que a menudo determinan un victimismo defensivo y no una culpabilización depresiva.
– Desarrollo:
Al contrario, las incapacidades y disfunciones físicas consiguientes que tienen fundamentalmente los obesos mórbidos no pueden ser atribuidas a factores externos y constituyen en teoría una fuente continua de frustración y de potencial culpabilización depresiva.
Todos los autores que han estudiado las alteraciones psicológicas reactivas que presentan los pacientes obesos han señalado, como primer hecho sorprendente, la desproporción entre la intensa presión social adversa y las incapacidades o disfunciones físicas que sufren y la escasa repercusión psicológica que tienen.
En efecto, y tal y como se ha señalado repetidamente, los pacientes obesos sufren discriminación social, laboral y no de manera infrecuente un trato médico poco respetuoso, que con objetividad tendría que comportar reacciones desadaptativas.
Naturalmente, en estos casos habría que esperar frecuentes reacciones disfóricas que, sin embargo, no se producen.
Así, y en línea de muchos otros trabajos de revisión de los estudios que demuestran que en la obesidad los trastornos emocionales son más las consecuencias que la causa.
Utilizando criterios diagnósticos estrictos, Halmi et al demostraron en un grupo de 86 obesos mórbidos que la prevalencia vital de patología depresiva diagnosticable en el eje I del sistema DSM era en torno del 29 por ciento, es decir, no lejos de las cifras que diversos estudios epidemiológicos atribuyen a la prevalencia vital de depresión en la población normal.
Es evidente, no obstante, que los instrumentos de evaluación de psicoafectiva más utilizados en clínica pueden no poner de manifiesto dolorosos sentimientos de autodepreciación que aparecen de manera reactiva a ciertas situaciones, como sería la incapacidad para mantener y no recuperar el peso perdido.
También de humillación, por ejemplo, por no poder encontrar un asiento adecuado o por no poder subir a un transporte público, etc.
Los bajos niveles de alteración psicológica detectados en la esfera afectiva contrasta con el rechazo manifiesto a su imagen corporal que tienen muchos pacientes obesos.
En sentido estricto, no se puede calificar este fenómeno de dismorfo fobia -creencia delirante a ver su cuerpo como aberrante- ya que la alteración objetiva es evidente, pero comparte con ésta, por lo menos en algunos casos, el carácter de sobrevaloración y las conductas de evitación fóbica (es decir, el característico rechazo al espejo).
– Conclusiones:
La experiencia clínica indica que el rechazo de la imagen corporal no es, sin embargo, universal, y que los obesos emocionalmente sanos no presentan esta alteración.
Es más frecuente en las mujeres de clase media-alta, así como en los casos en que la obesidad se inició en la infancia y que en la época crítica de la adolescencia el futuro paciente obeso(a) recibió de padres y amigos bromas y actitudes sarcásticas en relación a su sobrepeso.
Una vez instaurada la alteración de la imagen corporal, pocas veces desaparece de forma espontánea.
En numerosas series de pacientes obesos sometidos a cirugía bariátrica se ha podido comprobar el efecto altamente beneficiosos de un tratamiento de este tipo sobre éstos síntomas, con la práctica desaparición del disgusto y del rechazo de la imagen corporal en la mayoría de casos.
Referencias:
-Jensen MD, Ryan DH, Hu FB, et al. 2013 AHA/ACC/TOS guideline for the management of overweight and obesity in adults. Circulation. 2013;129:S102–38. [PMC free article].
-Sarwer DB, Lavery M, Spitzer J. A review of the relationships between extreme obesity, quality of life, and sexual function. Obes Surg. 2012;22(4):668–76. [PubMed] [Google Scholar].].