LA OBESIDAD Y LOS RASGOS PSICOLÓGICOS
En las enfermedades endocrinas se debe considerar el estado psicológico ya que este es fundamental para la adherencia al tratamiento. En particular en la obesidad puede no haber un trastorno genuino de tipo mental, pero los factores psicológicos tienen una importancia fundamental en el control de la sensación de saciedad, en todo caso en el obeso puede existir una alteración patológica primaria que de origen al problema, así mismo podría ser el resultado de una conducta anómala como una reacción a un problema no resuelto y también es obligado tener en cuenta tanto las alteraciones que se presentan como consecuencia de la imagen de si mismo y la ansiedad o variaciones anímicas.
En los trastornos de la alimentación y en el obeso en concreto debemos recordar el célebre aforismo del Dr. Marañón: no hay enfermedades sino enfermos, por lo que se plantea la necesidad de considerar los aspectos psicológicos, teniendo en cuenta que en el origen y en el mantenimiento del problema influyen variables cognitivas (sistema de creencias), variables afectivas (manejo de los estados emocionales displacenteros, tolerancia a la frustración) y variables ambientales (costumbres, hábitos familiares),siendo importante tener en cuenta los rasgos de la personalidad y del del entorno del paciente que consulta.
Para conseguir un fortalecimiento básico interno es fundamental aportar el apoyo, dar la información, educar, facilitar que se expresen posibles conflictos, modificar la distorsión de la autoimagen y baja autoestima, teniendo como objetivo la mejora en su propia visión de si mismo y sus expectativas de eficacia y logro.
La obesidad es, sin lugar a dudas, un trastorno cuyo origen, expresión clínica y tratamiento, sólo se pueden estructurar con un enfoque biológico, psicológico y social. En este sentido, la obesidad no se diferencia de los procesos que la clasificación aceptada considera trastornos genuinos, cuantitativos de la ingesta (anorexia y bulimia nerviosa) ni, en rigor, de la gran mayoría de los procesos incluidos en el eje I (trastornos clínicos) de los sistemas de clasificación DSM (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, publicado por la American Psychiatric Association).
La importancia de los llamados factores psicológicos en la génesis y el mantenimiento de la obesidad podría deducirse del análisis de cualquiera de los modelos explicativos del sistema regulador del hambre desarrollados hasta la actualidad. En efecto, sería lógico creer que si los factores psicológicos tienen un papel esencial en el control del hambre, la obesidad sería una enfermedad en la cual las alteraciones psicológicas constituirían un elemento central.
Diversas observaciones clínicas realizadas desde hace cuatro o cinco décadas, claramente influidas por las investigaciones psicológicas, pareció que confirmaban esta posición al señalar que las personas obesas tendrían una estructura anómala y relativamente específica de la personalidad y que, en general, presentaban grados de alteración ansiosa superiores, a las no obesas.
Volviendo al Dr. Marañón, cuanta razón tenía que la solución pasa,» por menos plato y más zapato», la mayoría de los obesos, nos relatan que les gusta comer y les cuesta renunciar a ello, pero cuantos de estos, están dispuestos a llevar una vida menos sedentaria y practicar algún tipo de ejercicio, más acorde con la ingesta de calorías, muy pocos, casi todos tienen una excusa, ya sea de falta de tiempo o limitaciones locomotoras o articulares etc. etc.Lo que conlleva a un bucle vicioso en espiral que empeora el problema.
Las conductas erróneas, que están muy arraigadas, tambien son dificiles de cambiar, como por ejemplo el comer de prisa, que se resolvería facilmente disponiendo de unos cubiertos de postre o tamaño medio, para dar al cerebro tiempo de procesar la información y alcanzar la saciedad, tomándose un tiempo prudencial y relajado para comer.Lo mismo ocurre con la estrategia de compensar una comida más copiosa o excepcional, con algo que resulta tan evidente como hacer que la próxima ingesta sea ligera en calorías.
No debemos olvidar que en los obesos es más frecuente el hipogonadismo o el défict de testosterona, dada la evidencia actual, es de vital importancia reconocer y buscar dirigidamente trastornos endocrinos prevalentes en la obesidad como el hipotiroidismo subclínico, el hipogonadismo y el déficit de GH, cuya sustitución hormonal en casos seleccionados puede disminuir la morbilidad y las alteraciones bioquímicas y antropométricas asociadas.
fuente: Dietetika